Internacional

Harris y Trump compiten codo a codo con visiones opuestas para EE.UU.

Encuesta de The New York Times/Siena revela empate técnico entre candidatos en estados clave

A tan solo días de unas reñidas elecciones presidenciales, Kamala Harris y Donald Trump presentaron sus visiones para el futuro del país, cada uno apelando a diferentes valores y prioridades. Harris, la vicepresidenta demócrata, llamó a «pasar página» y seguir un «plan divino» para sanar la división del país. Mientras tanto, el expresidente Trump prometió un Estados Unidos más «rico», «seguro» y «fuerte», intensificando su campaña en un mitin en Pensilvania.

En un servicio en una iglesia en Michigan, Harris recordó un pasaje de las Escrituras, enfatizando que el «plan de Dios» es «suficientemente grande para abarcar todos nuestros sueños» y sanar las divisiones. «Porque yo conozco los planes que tengo para ti», citó, en referencia al profeta Jeremías. La vicepresidenta afirmó que ya había votado por correo, explicando que su voto «va camino a California».

El estado de Michigan, emblemático por su pasado industrial, ha sido uno de los centros clave en la carrera de Harris en estos últimos días. La última encuesta de The New York Times/Siena muestra que los candidatos permanecen en empate técnico en los estados en disputa, reflejando una elección especialmente cerrada.

La retórica de Trump sigue enmarcada en su promesa de devolver la «grandeza» a Estados Unidos. En su mitin en Pensilvania, criticó las encuestas y las describió como «corruptas», después de que un sondeo lo ubicara detrás de Harris en Iowa. El expresidente instó a sus seguidores a «soñar en grande», asegurando que, si gana, EE.UU. será «más grande, mejor, más audaz, más rico y más seguro que nunca». Además, prometió acabar con la inflación y detener lo que llamó una «invasión de criminales», refiriéndose a la migración irregular.

En esta elección fuera de lo común, más de 76 millones de ciudadanos ya han votado anticipadamente. La expectativa crece, en medio de temores de posibles disturbios si Trump no acepta los resultados en caso de derrota, algo que ya ocurrió en 2020.

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