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Fuerzas federales endurecen en Chiapas las medidas antimigratorias

El miércoles 5, dos días antes de que el gobierno lopezobradorista cediera a las presiones de Washington respecto del control de los migrantes, fuerzas federales mexicanas interceptaron una caravana de centroamericanos en Chiapas y los llevaron a la estación migratoria de Tapachula, desde donde seguramente serán deportados. El fenómeno no es nuevo, cuentan a Proceso activistas pro derechos humanos, pues en sus primeros seis meses el gobierno federal ha desmantelado todos los intentos de repetir la epopeya del llamado “éxodo centroamericano”.

En la carretera Metapa de Domínguez-Tapachula sólo quedan algunas carriolas vacías, chanclas tiradas y bolsas de plástico con ropa.

Metros más adelante, unos 300 agentes de la Policía Federal (PF), del Instituto Nacional de Migración (INM), de la Secretaría de Marina (Semar) y de la Policía Militar (PM) terminan de subir en autobuses a los migrantes centroamericanos que venían en caravana desde que entraron a México por Ciudad Hidalgo, la madrugada del miércoles 5.

La caravana –más de 500 hombres, mujeres, niños y adolescentes, hondureños en su mayoría– avanzaba en fila por la orilla de la carretera, bajo el sol y en el calor sofocante que derrite esta región de la costa chiapaneca. Cuando rebasaron la curva que marca el libramiento de Metapa se toparon con tres autobuses, furgonetas del INM, patrullas de policía y camiones militares, así como un grupo amplio de agentes uniformados, esperándolos.

“¡Fue una emboscada!”, se queja Éder, un hondureño de 19 años, mientras camina al lado de su novia, Marisol, de 17 años, y su bebé de un año, para alejarse del operativo.

Al darse cuenta de que la caravana estaba atrapada, decenas de personas corrieron y se perdieron en los montes. Otro grupo prefirió dar la vuelta y regresar. Pero la mayor parte se aglutinó cerca de los autobuses y de pronto la carretera se convirtió en un caos: agentes del INM agarraron por la fuerza a varios jóvenes, que trataron de escapar a empujones. Hubo gritos de indignación y llantos de niños.

En bloque, decenas de personas –muchas mujeres con niños pequeños– se replegaron o pasaron encima de las bardas de la carretera para protegerse de los agentes, que después de la intimidación y la fuerza emplearon el diálogo: “invitaban” a los migrantes a que ingresaran a los autobuses para “regularizarse” en la Estación Migratoria Siglo XXI de Tapachula.

Vía
proceso.com.mx
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