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Pospone Duarte si acepta extradición

Tribunal de Guatemala le dicta prisión preventiva [template id=»34″] Guatemala, Guatemala.- El ex gobernador de Veracruz Javier Duarte de Ochoa permanecerá preso en la cárcel de alta seguridad de Matamoros. Esperará a que el gobierno de México solicite formalmente su extradición para conocer todos los cargos que le podrían fincar, antes de decidir si acepta entregarse de manera sumaria para ser juzgado en territorio mexicano.

Luego de una audiencia que duró casi tres horas, mientras era trasladado al transporte que lo conduciría de regreso a la prisión de Matamoros, presos que se encontraban en los separos de los tribunales le gritaron al ex mandatario veracruzano: ¡Hijo de la gran puta! ¡Hijo de la gran puta!

Ayer, al filo de las 12 horas (13 tiempo de Ciudad de México), Javier Duarte fue trasladado de la cárcel de Matamoros al edificio de tribunales. Lo llevaron esposado, a bordo de una camioneta tipo van, con blindaje.

Con camisa a cuadros y chaleco antibalas

En las prisiones de este país ningún reo viste uniforme. El ex gobernador de Veracruz usó una camisa a cuadros de color morado, blanco y negro, y encima un chaleco antibalas, pantalón de mezclilla y zapatos casuales de color café. También llevaba un reloj de marca sobre las esposas.

Cuando bajó del vehículo de traslados penitenciarios su rostro enrojeció e hizo una mueca ante las decenas de representantes de medios de comunicación que se agolparon alrededor de la camioneta para fotografiarlo o grabarlo en video.

Los custodios lo ayudaron a descender y trataron de realizar una revisión como la que practican a todos los reos antes de ingresar a los juzgados, colocándolos contra un portón metálico, con las piernas abiertas, para cachearles en busca de algún objeto con el cual pudieran lastimar o lesionar a otros durante las diligencias. Incluso, a los presos comunes los descalzan y revisan sus zapatos.

En el caso de Javier Duarte la revisión no se realizó con tanta minuciosidad, porque reporteros y fotógrafos rodearon a los custodios y el ex gobernador trató que estar lo menos posible a la vista de las cámaras.

Su traslado del estacionamiento al piso 11 del edificio judicial se hizo lo más rápido posible, tanto que a pesar de que faltaba una hora para la audiencia, no lo metieron a las celdas que existen en el sótano del inmueble, donde ha estado retenido Otto Pérez, el ex presidente de Guatemala que enfrenta acusaciones de asociación ilícita, caso especial de defraudación aduanera y cohecho pasivo.

Duarte llegó al quinto tribunal de sentencia penal, narcoactividad y delitos contra el ambiente rodeado de policías y custodios armados y una nube de cámaras de fotografía y video.

Molesto y a empujones, logró llegar a la sala de audiencias, donde sólo entran acusados, magistrados, defensores y fiscales.

Ante el desorden que provocaron los reporteros, el ex gobernador de Veracruz fue ingresado a otra sala mientras daba inicio formal la audiencia.

Durante la diligencia, el magistrado César Adán García Cuc informó a Javier Duarte que en este país no se le juzgará por ningún delito y que sólo se dará trámite a la solicitud que presentó el gobierno mexicano para que fuera detenido con fines de extradición, y después pasar a la etapa de la formalización y desahogo del juicio de extradición.

García Cuc dijo al detenido mexicano que era su derecho responder o no a las preguntas que le formularan durante la audiencia. Duarte aceptó contestar algunos cuestionamientos del magistrado, entre ellos cuánto tiempo tenía de vivir en Guatemala. Respondió: desde hace seis meses, es decir, desde octubre pasado, mes en el que también se libró la orden de aprehensión en su contra.

El ex gobernador declaró a los magistrados no tener domicilio fijo en este país; que su residencia habitual está en Veracruz, entidad en la que nació en 1973, y tener un doctorado en economía.

La expresión de su rostro cambiaba constantemente. Pasaba de estar enrojecido y ver con enojo, a bajar la mirada como si tuviera pesar o tristeza. A veces volteaba a ver a los representantes de los medios de comunicación como si quisiera que grabaran su imagen con la mirada altanera, y en ocasiones sonreía.

Sólo hubo un momento en que su rostro aparentó tristeza. Fue cuando le preguntaron si quería ser extraditado de manera sumaria, es decir, que aceptara en forma voluntaria ser entregado al gobierno mexicano, o si prefería enfrentar un proceso ordinario, que tarda entre tres y cuatro meses.

Duarte y sus abogados, Óscar Patzán y Pablo Campuzano, solicitaron tiempo para ofrecer su respuesta. Luego de 15 minutos, el ex funcionario mexicano y sus defensores notificaron al tribunal que en este momento no puede allanarse a la extradición, y que esto podría ocurrir hasta que tenga pleno conocimiento del contenido de la solicitud formal del gobierno mexicano.

El ex mandatario veracruzano explicó que no rechaza la posibilidad de la extradición sumaria, sino que me reservo ese derecho hasta que mi defensa pueda evaluar su contenido.

En respuesta, la fiscalía pidió que en la audiencia se formalizara la detención de Duarte con fines de extradición y que se informe a México que contará con 60 días para entregar la solicitud para extraditarlo, así como las pruebas que acreditan la comisión de delitos cometidos por el ex gobernador de Veracruz.

Los magistrados resolvieron que existe un compromiso entre Guatemala y México para entregarse mutuamente a las personas que son perseguidas por la comisión de algún delito, y así se le decretó reclusión preventiva en la prisión de Matamoros.

Al término de la audiencia, Javier Duarte salió del tribunal rodeado de policías, fue llevado al sótano para que abordara el vehículo blindado, pero en el trayecto, además de los incidentes entre custodios y reporteros, los presos guatemaltecos que estaban en las celdas de espera comenzaron a gritarle al ex funcionario mexicano: ¡Hijo de la gran puta! ¡Hijo de la gran puta!

Entre empujones y cargado en vilo por custodios, Javier Duarte fue subido al vehículo de traslados penitenciarios. El ex gobernador regresó a la prisión donde están otros 26 reos, entre ellos el ex presidente Otto Pérez Molina, narcotraficantes de cárteles locales, así como líderes de las pandillas de la Mara Salvatrucha.

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